jueves, 29 de octubre de 2015

A la capital

    Mañana se acaban mis días de asueto en esta capital de provincias que es la que me vio nacer y donde, de verdad, uno se retira del mundanal ruido, como dijo Fray Luis de León, que además adorna una de sus plazas más bonitas. Por suerte no se acaban de repente las vacaciones en Barajas, que empieza a ser un sitio al que le tengo manía, sino que haremos parada y fonda en Madrid, capital de éste que todavía es reino. 
   Lo que es hacerse mayor...Cuando yo vivía permanentemente en la provincia, pasar 48 horas en la capital me parecía la repera. Ahora que vivo en otra capital, y que disfruto temporalmente de la vida provinciana, lo de ir a Madrid tiene el aliciente de ver amigos y parientes queridos y visitar pinacotecas, pero poco más. Voy a salir del armario aunque mi amigo madrileño se enfade conmigo: no me gusta Madrid, y me pregunto qué hubiera sido de ella si no fuera la capital desde hace más de cuatro siglos. La próxima vez que vayan ustedes a Madrid en avión, asómense a la ventanilla cuando el avión se aproxima a la pista y entenderán de qué les hablo. 
    Madrid es una ciudad grande pero me queda la duda de si es una gran ciudad, si ha habido ese esfuerzo estético y urbanista que ha habido en otras capitales europeas. Madrid tiene que agradecerle eternamente a Felipe IV y sus descendientes el haberse convertido en la ciudad de los museos de pintura por excelencia; como tendrá que agradecerle a muchos de sus alcaldes disfrutar de uno de los mejores servicios de taxi y transporte público de Europa. A los madrileños hay que agradecerles que sean gente poco nacionalista y bastante tolerante y hay que reprocharles que se dediquen los fines de semana a invadir las provincias limítrofes con cualquier excusa, ya sea el turismo rural y cultural como esa pesadilla llamada despedidas de solteros. 
    Se me nota que me cuesta salir de mi tierra castellana para ir a una tierra fronteriza que ni siquiera me parece Castilla, porque cuando llegas te recibe una bandera con estrellas que parece más bien de una república africana. Pero no quisiera parecer  vetusta ni pueblerina, aunque mañana me sienta como Paco Martínez Soria camino de la capital.

martes, 27 de octubre de 2015

Jubilados cabreados

    En este país que está envejeciendo vertiginosamente, el cuarto poder de verdad no son la banca ni los medios de comunicación, sino los jubilados, que ademàs votan sin perderse una. Los políticos lo saben y los cortejan sin disimulo, aunque parece que en este asunto quizás tengamos que empezar a hablar en pretérito, visto los que veo en la prensa estos días. Abro un inciso: cada vez estoy más convencida de que pasar las vacaciones en lugares sin Internet, aunque desespere a tus herederos te convierte en una persona mejor informada, lo que se lee en la prensa escrita se nos escapa miles de veces en la prensa on line. Se cierra el paréntesis.
    Otros años, a estas alturas, un millón de jubilados españoles lleva ya un mes bailando los pajaritos en Benidorm o buscando pareja con ciática por Fuengirola. Otros años, digo, porque éste, por culpa de un lío de contratos públicos y una pelea de recursos judiciales en el que está enzarzadas dos empresas de viajes que concursaban para hacerse con un pastel de 1.300 millones de Euros, los alegres y viajeros jubilados se han quedado en tierra. Todo ello, además, con la inestimable colaboración de Ministerio de Sanidad y Asuntos Sociales, que sacó la licitación tarde y mal provocando que entre fallos y recursos, las vacaciones INSERSO de este año no hayan tenido lugar. 
    Y va Rajoy, y convoca elecciones para el 20 de diciembre sin haber resuelto las vacaciones de un millón de sus votantes, esos que forman parte de los diez millones que no le fallan nunca. Una audacia como otra cualquiera porque estos abueletes intrépidos y fiesteros, le perdonarán más fácilmente al PP la corrupción y los fraudes varios que el no poder jugar a la petanca en las playas del Mediterraneo, o soñar despiertos con la posibilidad de encontrar una nueva media naranja al son de "Paquito chocolatero". Lo tendrá en cuenta el presidente? Se lo habrá consultado a su gurú Arriola? O quizás, siguiendo la tendencia imperante, esté tomando clases de baile para salir haciendo lo propio en algún programa televisivo, y ha decidido que los jubilados ya no le interesan. Este hombre es un misterio insondable.


domingo, 25 de octubre de 2015

Castilla

    Aterricé ayer en Barajas sentada en la ventanilla por cortesía de mis herederos; según me voy acercando a la pista contemplo el erial  que rodea la capital de España y me digo que Madrid es lo que es porque alrededor no hay nada. Y también me digo que su católica  majestad Felipe II le hizo un gran favor a esta ciudad  trasladando la capital a este lugar en medio de la nada, que sigue estando en medio aunque ahora de un mar de urbanizaciones de adosados, complejos de ocio, depósitos industriales y nudos de autopistas.
    Sigo ruta por carretera hasta mi ciudad natal, cruzando otros eriales a partir de la sierra madrileña. Razón tenía Machado cuando decía que Castilla es ancha y plana como el pecho de un varón; como la tiene el sacrosanto refranero popular cuando proclama que ancha es Castilla. Es ancha y es amarilla la mayor parte del año, tierra dura, fría, cubierta de pedregales salvo en ese paraíso llamdo dehesa donde se hacen a golpe de bellota esos jamones de antología que, con perdón de los de Jabugo, son los mejores del mundo. 
    Castilla es ancha, larga, plana y adusta; fría en invierno y tórrida en verano. Es esa tierra que cría toros bravos y gorrinos de Pata Negra, animales ambos predestinados al sacrificio y al aprovechamiento ajeno; es esa tierra olvidada por el AVE y los aeropuertos, poblada de viejos y gentes tan adustas como la propia tierra, tan austeras como sus alimentos, tan de pocas palabras como sus poetas. 
    Esa es Castilla y así somos los castellanos. Esa es la tierra que me rodea desde ayer y que esta mañana me ha recibido con una hogaza de pan blanco y una lluvia de otras latitudes, quizás para que no eche de menos nada de lo que dejé atràs. Esa es Castilla, la que la Frikipedia (curioso texto muchas veces cargado de razón) describe como la tierra de donde procedían  los Jedi, aunque  George Lucas no se enteró y donde sus naturales son una mezcla de Homer Simpson y un legionario...Bien pensado puede que tengan razón estos de la Frikipedia. Y como dijo Unamuno (que era vasco): "tú me levantas, tierra de Castilla, en la rugosa palma de tu mano" .Así es.

jueves, 22 de octubre de 2015

Mens sana in corpore corrupto

    Mi padre y mi abuelo solían decir que hay una enfermedad de la que se muere todo el mundo y que se llama carnet de identidad y, concretamente, se muere uno cuando ya no queda otra de esa línea donde viene escrita la fecha de nacimiento. En lo que el DNI se pone malo y nos lleva al huerto de los callados cada cual intentamos engañarlo como podemos.   Sin ir más lejos, hoy mismo en el gimnasio donde me ejercito, ahora que definitivamente la lluvia me impide correr por las calles (y de paso intento también engañar al DNI) el programa informático de entrenamiento me ha propuesto calcular mi verdadera edad biológica metiendo toda una serie de parámetros que no he metido porque a los cinco minutos ya me había cansado de leerlos; y porque me asusta que me digan que tengo más años biológicos de los que ponen mis documentos, a pesar de lo que me esfuerzo en lo contrario.
   Temo admitir que, ahora sí, señoras y señoras, que esta fortaleza de mi cuerpo, que en los últimos años he armado con todas las armas posibles para que sea joven y atlético está asediada por las fuerzas del maligno en forma de achaques varios. No voy a rendirme a la primera de cambio, pero me están dando la batalla desde que volví del verano, qye ya saben ustedes que, en mi caso no sólo es una estación metereológica sino también un lugar. Me asedian al principio de esta temporada otoño-invierno porque es cuando servidora se pone en manos de los galenos para que me saquen sangre,  me revisen los dientes, los ojos, mis atributos femeninos y la glándula tiroidea que, en mi caso es bastante dura de pelar y está revoltosa ella. El balance final es medianamente satisfactorio, pero veo cada año como se va estrechando el peligroso cerco de las goteras corporales a mi alrededor. No les cuento las últimas sorpresas porque tampoco voy a airear mi expediente médico en la plaza pública pero vamos, para todo lo que me esfuerzo, los resultados podrían ser mejores, qué caramba!

    Como acto de rebeldía hoy me he zampado dos marron-glacés, el dulce favorito (e intraducible)  de Maria Antonieta (por si no lo sabían) y de todas las mujeres de mi familia; y el único dulce por el que yo pierdo la cabeza, siendo como soy más amante de las aceitunas que de los caramelos. Y porque estoy en donde estoy, que si no hubiera vaciado una churrería entera, acompañados todos los churros y porras posible e imaginables de unos cuantos cafés...Ya ven que al final me he dado un homenaje bastante modesto para lo que podía haber sido. Veo que esto de cuidarse está muy bien pero veo así mismo que las goteras de la edad acechan las desgraciadas de manera que los esfuerzos por evitarlas a veces sean estériles.

    Y ya que me confieso, pues resulta que también me he zampado unos higos envueltos en chocolate negro que me ha traido mi vecina a ese lugar donde ya no somos vecinas sino colegas de trabajo; y me los he tomado con gusto y hasta con concupiscencia, porque el higo es mu fruta favorita y envuelto en chocolate ni se lo imaginan como está. Y al colesterol, a las dioptrías, a los triglicéridos, a las hormonas oscilantes y a todas esas cosas horribles que a partir de ahora nos van a ir sucediendo poco a poco a las mujeres en edad interesante como es la mía, pues un buen corte de mangas! Y a hacer deporte, sólo y exclusivamente porque genera endorfinas que son relajantes. Aunque estoy segura que los churros también generan endorfinas, seguro.


domingo, 18 de octubre de 2015

El indicador económico perdido

    Se supone que los economistas saben de economía, aunque llevan unos años equivocándose tanto que la cosa da que pensar. También es verdad que creemos que los economistas son unos adivinadores que, en vez de bolas de cristal y cartas del Tarot, utilizan ordenadores y series interminables de números, lo cual le da a su oficio adivinatorio  cierto halo de seriedad, aunque en el fondo muchos piensen que entre Rappel y la Escuela de Chicago no hay tanta distancia. A su favor hay que decir que en tiempo de bonanza era más difícil equivocarse y que a nadie le gusta dar malas noticias; los que las anunciaron con antelación como Stiglitz o Krugman, acertando de pleno, tuvieron en los años de opulencia tantos detractores como tienen ahora seguidores. Así de injusta es la ciencia. 

    Se supone también, que en cada país civilizado, hay un economista que sabe de economía y que recibe el encargo de ser el ministro del ramo. En el caso español, se nombran hasta dos al tiempo, que además de economía, están demostrando saber latín, porque uno ya se ha apeado de la política rindiéndose a la evidencia de que en cualquier consultora estaría mejor pagado y el otro, el recaudador, se ha puesto a largar por esa boquita todas las lindezas que pensaba de sus jefes y que hasta ahora no se había atrevido a largar. Dice Don Cristóbal que eso de la "economía con alma" es una falacia, y creo yo que dice muy acertadadmente. La economía es una ciencia inexacta, indeterminada y donde entran en juego muchas variables entre las cuales me parece que el alma no tiene mucho peso. Eso de la economía con alma me suena a frase idiota pergeñada por algún experto en marketing electoral y me recuerda al "conservadurismo compasivo" de George W. Bush, que se inventó este lema para lograr su reelección justo antes de bombardear Irak y pasear a los presos de Guantánamo en pelotas y atados como perros sin longaniza, todo ello sin compasión ninguna. 

    Don Cristóbal se puso las botas el domingo pasado en El País, y le hizo un pequeño regalo a su gobierno, pues dio una serie de datos que, según él,  demostraban que la economía de forma "evidente"  (evidente: que se puede ver sin esfuerzo) se estaba recuperando. A mi juicio, se le pasó el dato fundamental: que los divorcios han aumentado en un 3% en el último año, cosa en absoluto baladí. Si la gente se vuelve a divorciar oficialmente, con papeles, abogados y pensiones alimenticias por medio, es que es verdad que la cosa está mejorando. O si no, ya me dirán ustedes qué mileurista o parado, por muy a matar que se lleve con su ex lo que sea, puede permitirse una segunda casa con todas sus facturas sin dejar de contribuir al mantenimiento de la primera y de los que viven en ella. 

    Que los divorcios se redujeron de golpe a partir del 2010 es un hecho demostrado que no corresponde a un arrebato religioso ni a que de repente todos los matrimonios fueran muy felices. En pleno siglo XXI  ya nadie vive gratuitamente el infierno que supone un matrimonio roto y un hogar devorado por el desamor y la inquina mutua entre los cónyuges. Pero el divorcion lleva aparejados unos costes que muchos hogares infierno de la España en crisis no podían asumir. Así que una de dos: o el infierno era talmente insoportable que se endeudaron para pagar el divorcio  o las maltrechas finanzas de esa gente han mejorado lo mínimamente necesario para afrontarlo. Yo me quedo con la segunda explicación, francamente. La economía doméstica es un gran indicador económico que los sesudos adivinadores tienden a desdeñar. A ver si el próximo que venga tiene una bola de cristal más limpia o más transparente y acierta un poco más,  por difícil que sea...

viernes, 9 de octubre de 2015

El saber sí ocupa lugar

    Estoy cada vez más convencida de la razón que tiene el refranero castellano y a la vez, la poca razón que tiene ciertas frases hechas que lanzamos al aire sin ton ni son. Eso de que el saber no ocupa lugar es una auténtica falacia. Yo se lo sigo diciendo noche y día a mis herederos porque es un público al que hay que machacar  con ciertas cantinelas estando en la edad que están; y de todas maneras algún día, descubrirán como yo que el saber ocupa lugar, tiempo, gasta energía y a veces hasta produce dolores de cabeza.  Sin ir más lejos, hoy mismo servidora ha tenido que seguir un cursillo en su puesto de trabajo, y el saldo contable del cursillo ha sido de un gramo de Paracetamol...A favor del cursillo, claro. 

    A poco que me conozcan, ya intuirán ustedes que el cursillito de marras versaba sobre materia informática, destinado a ampliar mis siempre escasos conocimientos  en la materia. Yo en mi trabajo soy una persona sumamente obediente, y voy siempre donde me dicen que tengo que ir (en la vida civil eso ya es otra cosa) y con la mejor disposición del mundo para aprender, que es un verbo que me encanta conjugar en todos sus tiempos. A la media hora de estar allí, ya sabía yo que me estaba subiendo la presión arterial y que acabaría tres horas después abrumada y con sudores.  Hay cosas que, ni con la mejor voluntad del mundo cieros cerebros son capaces de asimilar y el mío, que ya ha absorbido abundante materia a lo largo de mi vida, más varios idiomas, más el solfeo, más las 1080 recetas de Simone Ortega amén de las instrucciones de empleo de varios aparatos, ya no es capaz de asimilar el lenguaje de las máquinas llamadas ordenadores y dispositivos móviles.O no más de lo que puede asimilar un usuario tan torpe como yo, lo necesario para sobrevivir en un mundo donde las personas han sido sustituidas por las pantallas, para bien o para mal. 

    Hoy, entre sudores y palpitaciones, he constatado que el saber informático es algo que me resulta tan cercano como los ideogramas chinos. Me refiero al saber informático de segunda fase, siendo la primera la de las operaciones básicas (y lúdicas) que sí soy capaz de acometer, como comprar billetes de avión, entradas de conciertos, libros en Amazon, reservar hoteles o vender cacharros en eBay. Y como me conozco a mí misma bastante bien, creo comprender el porqué de mi cerrazón: pretendo encontrar la lógica que gobierna las decisiones que toman las máquinas para permitirte hacer o no hacer ciertas cosas, y eso no es posible. Y no es posible porque las máquinas no razonan como las personas y,  qué le vamos a hacer, yo comprendo bastante más a las personas que a las máquinas. 

    Si miro en mi bola de cristal, veo un futuro en el que quizás las personas hayan comprendido cómo funcionan las máquinas y las máquinas dialoguen entre ellas bastante más de lo que lo hacen las personas; eso que llaman "el Internet de las cosas", que por fin lo he entendido. Me parece una película de terror y me estremece tanto como cuando vi en la tele y a escondidas de mis padres (porque tenía dos rombos)  hace como casi cuarenta años, "Farenheit 451" de Truffaut, y me dio mucho susto pensar que llegaría un día en que leer estaría prohibido y los libros los quemarían, que de eso iba la película, que era una película de terror, como lo ha sido la mañana de  hoy. Brrrrr!

miércoles, 7 de octubre de 2015

A las urnas, ciudadanos. Primer aviso

    Estoy leyendo un maravilloso ensayo titulado "La agonía de Francia". Lo escribió en 1940 Manuel Chaves Nogales, un insigne periodista y brillante escritor que murió en el exilio en 1944, privándonos de su sabiduría y dejando apenas un puñado de libros que son parte de las mejores crónicas que se han escrito sobre la España del primer tercio del siglo XX. Suya es así mismo la biografía de Juan Belmonte que, más allá de la fascinación que suscita el protagonista, es además un soberbio retrato de la España de los años '20, cuando para ser torero había que estar muy hambriento. Nunca le agradeceré lo suficiente a mi vecina el haberme descubierto a este autor, del que me he vuelto todo lo incondicional que permiten las pocas cosas que pudo publicar antes de su muerte temprana, apenas una decena de libros. 

    Y qué tiene de fascinante un libro titulado "La agonía de Francia"? Pues aparte de que está muy bien escrito, que es de rabiosa actualidad, y que se podría titular "La agonía de España" o de Italia, o de Grecia, o de cualquier otro país donde los ciudadanos se han hartado de su clase política y de paso, han decidido que la democracia nos la han traído los Reyes Magos incluso sin haberla pedido ni escrito la carta. Chaves Nogales escribió este libro después de haber tenido que marcharse de España por ser republicano y en el momento en el que de nuevo tiene que marcharse, esta vez de Francia donde residía, pues con la llegada de Hitler presiente que su vida corre peligro; les suena esto de ir saltando de un país a otro por culpa de la guerra? Ya les digo, de rabiosa actualidad:    ..."A Francia llegaban entonces grandes masas humanas que buscaban en ella amparo frente a la nueva barbarie que se desencadenaba en Europa a cambio de ofrendarle sus vidas, su trabajo y sus hijos"...(Página  11)

    Posteriormente, el autor relatará su desilusión ante la capitulación de un país que él creía la eterna salvaguardia de los valores democráticos y que tardó poco en rendirse ante el ejército de III Reich; cuando Goebbels gritaba (literalmente) por la radio que la democracia, la república y el régimen parlamentario estaban podridos, muchos franceses de a pie le dieron la razón y con ello, como decía Chaves Nogales "el gobernado pasó a valer aún menos que el gobernante". Otra perla de sabiduría? Vean ésta:  ..."y pensaban los enemigos que un régimen que convierte a los profesores y los científicos en viles servidores de los intereses particulares, es positivamente inferior a un régimen que sabe convertir en estadistas a los gángsteres"...(página 61)

    Y digo yo, que lo que ocurrió en la Francia de 1940 puede volver a ocurrir en cualquier otro país donde las masas de votantes claudiquen de su derecho a votar amparándose en una falacia: que la democracia no vale nada porque es un gobierno corrupto, o de personas que se corrompen automáticamente al llegar al poder; frase que, desgraciadamente, escucho más veces de las que quisiera en los últimos tiempos. 

    Mariano nos va a llamar a las urnas al mismo tiempo que espera el Gordo de Navidad que, en su caso, son esos diez millones de electores que le dan siempre la victoria porque son una masa votante fiel que jamás se abstiene. A los que piensan que recorrer el camino que los separa de la urna no merece la pena, hay que convencerles de lo contrario, como ya hizo Chaves Nogales en 1940, porque ya ven ustedes que ciertas circunstancias tampoco han cambiado tanto. y porque, como decía Pio Baroja " a una colectividad se le engaña siempre  mejor que a un hombre". Vamos Mariano, saca ya la fecha oficialmente y nosotros, a las urnas ciudadanos!

lunes, 5 de octubre de 2015

Divagaciones sobre el egoísmo

    Esa cualidad tan fea que los humanos tantas veces nos reprochamos los unos a los otros, verbigracia el egoísmo, creo que merece una cierta reconsideración sobre todo entre los que ya hemos pasado al otro lado del medio siglo de vida. Yo ya no tengo tan claro que ser egoísta sea una cosa de la que haya que salir huyendo, o un atributo de seres mezquinos y horrendos; es más, veo con sorpresa a mi alrededor una cierta cantidad de seres profundamente egoístas que tienen buen carácter, están felizmente casados y son padres de familia, tienen amigos y la vida parece sonreirles...Si ser egoísta fuera una cosa tan horrible, toda esta gente debería ser profundamente desgraciada, no creen ustedes? Huelga decir que también he conocido y conozco seres de pesadilla que son profundamente egoístas y viven solos y amargados como consecuencia de ello; pero no crean, los del primer grupo son más numerosos. 

    Sí señoras y señores, parece que he descubierto América pero no, he descubierto simplemente que hay una serie de personas que viven como les da la gana sin rendir cuentas a nadie, hacen más o menos lo que les place en cualquier momento del año, van y vienen por todos lados y se divierten de lo lindo sin pararse en más consideraciones que las que les incumben a ellos y así se ahorran muchos disgustos. He descubierto que hay circulando por el planeta tierra, no sólo veinte mil tontos que se levantan cada día (como decía mi padre) sino también un número considerable de egoístas diplomados que no son uraños ni trogloditas, sino gente simpática (que no siempre amable) y socialmente aceptable. Tentada estoy de poner que algunos de ellos son mis amigos, pero retiro lo dicho porque como mis amigos me leen, no tengo ganas que a partir de mañana todos me manden un mensaje preguntándome si están o no están ellos en la lista de los egoístas de turno. Digamos entonces que tengo muchos conocidos en ese grupo.

   Cómo identificarlos? Pues son esos a los que invitas a cenar con todo el cariño del mundo y te contestan que ese día no pueden porque tienen yoga; aquellos que cuando nacieron tus hijos te prometieron que podrías contar con ellos para cuidarlos en cualquier momento de necesidad pero que, cuando llegó alguno de esos momentos de pánico, resulta que tenían compromisos ineludibles y tuviste que llamar a una niñera de pago. Son los que no llaman a nadie por sus cumpleaños porque dicen ellos que lo tienen como norma cuando la verdad es que lo han olvidado o no les importa recordarlo; los que faltan en la foto de tus momentos importantes porque ese día ya habían preparado otra actividad, pero que al mismo tiempo te piden prestado el coche cuando el suyo se avería y a los que has acompañado a operaciones varias que van desde una visita al abogado porque están a punto de divorciarse hasta elegir las baldosas del nuevo cuarto de baño. Curiosamente, cuando tú les acompañas a todas esas molestas gestiones, tus propios asuntos pasan a segundo plano, incluido el yoga. E insisto, a pesar de todo ello, no son una copia de Satanás, viven tranquilos y relajados y siempre te aconsejan que practiques deporte, comas mejor y te tomes la vida de otra manera menos tremenda. He comprobado que los egoístas tienen una gran panoplia de actividades que poco tienen que ver con el trabajo y que consideran a menudo que los demás seres, los trabajadores, compasivos y empáticos, lo que somos es una panda de tremendistas.

    Y como veo que la internacional de los egoístas crece a mi alrededor a medida que envejezco, me pregunto si no seré yo la que no ha entendido nada y debería matricularme en algún curso "on line" donde me enseñen a ser egoísta de esa manera sutil que te permite seguir conservando ciertos amigos y no ser un apestado. Les aseguro que si existiera una facultad donde ir a aprenderlo, me matricularía; es más, ahora que están tan de moda las carreras dobles, me matricularía gustosa en una que se titulara "doble grado en egoísmo" y egoísmo sin remordimientos". Porque a mi lo que me falla es el remordimiento, que debe ser culpa de la educación católica y apostólica que recibí; y si algún día me decidiera a pasar del lado egoísta recalcitrante, voy a tener que contratar un psicoanalista a tiempo completo que me enseñe a  asumir que lo que le pase a los que me rodean no me importe, ni las consecuencias que pueda tener mi falta de atención con ellos Se aprenderá eso? Y dónde? 

    Urge respuesta rápida, porque aparentemente los egoístas viven felices y yo vivo permanentemente en un tumulto emocional; claro que ellos no tienen miedo a morir solos...Y yo sí. Buenas noches.

domingo, 4 de octubre de 2015

Cuando los árboles enrojecen

    Los que me siguen desde hace cuatro años (ya es mérito el suyo) saben que lo único que me fascina de esta época del año en la que se acaba la manga corta, llueve en sobremanera y se acortan los días, es ese fenómeno natural increíble que hace que algunos árboles, que no acierto a nombrar porque de árboles no sé nada, colorean sus hojas en varias tonalidades de ocre, rojo y encarnado y las mantienen en sus ramas en un equilibrio inestable y precario hasta que llega una maldita ráfaga de viento, las hojas se caen y el árbol pasa de ser una obra de arte a ser un espurcio de ramas desnudas.

    Ayer  salí a correr en un atardecer ya otoñal pero aún por encima de esos quince grados a partir de los cuales hay que ponerse guantes y gorro y correr deja de ser un placer; en mi camino me he cruzado ya con varios de esos árboles enrojecidos, y me he dicho que hay que prepararse para lo peor, que en mi caso es que bajen aún más las temperaturas y llueva como en Macondo; aunque cada uno de ustedes seguro que tiene un signo premonitorio (indicadores los llaman ahora esos que recepcionan cosas en sus casas y les hablan en inglés a sus hijos) de que las cosas no sólo pueden ir mal sino que, además, pueden ir peor. 

    En ese arte de la premonición, los recios campesinos castellanos y sus sabios refranes nos llevan varios cuerpos de ventaja; pero no se preocupen que no comenzaré aquí una sesión de comentario de textos sobre cosas tan acertadas como "cuando mayo, marcea", etc. Simplemente me recuerdo a mí misma, y como siempre, a viva voz escrita que es la de esta blogoterapia, que las cosas pasan, muchas veces no como esperábamos y muchas más veces aún, bastante peor de como las esperábamos. Ejemplo? Pregúntenle a Artur Mas, que le pidió a los Reyes Magos la Barbie pelirroja (o estelada en su defecto) y le trajeron la Barbie, sí, pero una que no había pedido, la negra por ejemplo.

    Pregunten a sus amigos de infancia los que coleccionaban suspensos, ya verán como todos les dicen que siempre venía alguno más de propina de los que ya se esperaban. Aunque debo decir que este ejemplo no es muy acertado, porque veo en las clases de mis hijos que ahora las notas vienen siempre con menos suspensos de los que se esperan y que el ejército de cateadores recalcitrantes se ha reducido enormemente; somos más listos? quién sabe.

    Yo cada año espero inutilmente que el verano se prolongue, que mis armarios no se llenen de plumíferos y calcetines de lana, y no sólo no me ocurre sino que, muchos años, el invierno echa sus garras sobre mí cuando apenas me he bajado del avión que me trae de vuelta desde el verano. Este año no ha sido una excepción, hecha la salvedad de las últimas tardes en las que he disfrutado de correrías por los parques viendo como los niños apuran sus últimos días de triciclos, los adolescentes pelan la pava y beben latas de cerveza barata, los viejos ocupan los bancos perdiendo su mirada en el infinito y los  mayores (ese grupo anodino en el que me encuentro) nos tememos que ésto no va a durar, y que ni volverán las oscuras golondrinas (o por lo menos no hasta dentro de unos cuantos meses) ni el veranillo de San Martín (que ya pasó) llegará hasta los Santos...Ya es pena.

   Hoy voy a correr de nuevo por esas veredas salpicadas de árboles enrojecidos que aún sujetan sus hojas, y que en cuanto que sople el viento del norte se caerán, lo cual puede ocurrir en cualquier momento. Y les aseguro que, en el más puro estilo Escarlata O'Hara, "a Dios pongo por testigo" que el día que me jubile sólo viviré entre la primavera y el verano, allá donde ellas se encuentren. Feliz domingo. Ah! y una canción otoñal de regalo, la versión original es de Yves Montand, pero una tiene sus favoritos, y Frank es el mío.