lunes, 14 de septiembre de 2015

Otro año, otro toro

    Me van a permitir ustedes que me aparte brevemente de mi goteo incesante sobre los refugiados de los últimos días para que me dedique a otra de mis obsesiones recurrentes desde hace cuatro años que firmo y persissto en este mi blog y el de ustedes: el Toro de la Vega de Tordesillas.

    Y...ya no sé qué más poner en contra de esta bárbara y salvaje costumbre que algunos se empeñan en llamar tradición (digo yo que también era tradición el derecho de pernada en los señoríos feudales y acabaron con ello) y que muchos otros llamamos carnicería sin ánimo de insultar a las verdaderas carnicerías donde tan amablemente despachan unos señores a quienes les llegan los animales muertos después de haber cumplido los matarifes toda una serie de reglas para que el bicho sufra lo menos posible: justo los contrario que hace los lanceros de Tordesillas con la víctima propiciatoria. 

   Voy a hacer una cosa que no se hace y es citarme a mí misma. Léanse los amables  lectores mis entradas de 2012: "El día que mataron a Volante" del 11 de septiembre (ésta además una de las más leídas desde siempre según las estadisticas que puntualmente me proporciona Blogspot); la de 2013: "Y mañana matarán a Langosto" del 16 de septiembre; la de 2014: "Elegido va a morir" del 15 de septiembre y la del 2015, que es ésta,  ya ven que le he cambiado un poco el título, porque el contenido me resulta difícil pues, como les digo, ya me voy quedando sin argumentos. 

   El que morirá mañana, y de una terrible manera, se llama "Rompesuelas", pesa 640 Kilos, es mulato y nacido  y criado en el campo extremeño, concretamente en Zafra, provincia de Badajoz; un pueblo precioso, por cierto. Va a morir en otro pueblo castellano no feo precisamente (Tordesillas) aunque con feas costumbres, que ellos, claro está, sostienen todos a una y afirman e intentan explicar en su página web. Yo me la he recorrido entera, que conste, porque aún intento en vano buscarle una explicación a tamaña salvajada. Ellos recalcan el aspecto tradicional y dejan una frase grabada en piedra que encabeza todo el portal Internet: "las tradiciones son de los pueblos y las guardan los pueblos"...Así, sin derecho a corregir los errores que implican sangre y crueldad. Se imaginarán los tordesillanos qué nos hubiera ocurrido a todos si hubiéramos guardado de esa manera ciertas tradiciones milenarias?: la esclavitud de los campesinos, el mayorazgo, el envío de las viudas tempranas a los conventos de clausura, el examen de las mujeres casaderas por parte de sus parientas mayores para ver si eran vírgenes, la hoguera para los herejes...Quieren que siga? Porque hasta aquí me he limitado a tradiciones de honda raigambre castellana; pero puedo meterme con otras regiones e incluso con otros países y no vean las tradiciones que salen y que, afortunadamente, hemos dejado de respetar como tales. 

    Insisto, jamás me verán ustedes pegando gritos en una manifestación a favor de los derechos de los animales, no mientras siga habiendo personas cuyos derechos no se respetan; jamás conseguirán mis hijos que les compre un perro (y les aseguro que insisten) y jamás me verán echándole piropos a los animales de compañía de mis amigos y conocidos; pero la crueldad gratuita es algo que no soporto; se empieza con los animales y luego ya no se sabe dónde va a parar. Les deseo a los Tordesillanos una buena tormenta de granizo, viento y cuarenta litros por metro cuadrado que les desluzca la fiesta y de paso, que algún lancero acabe empitonado, y ustedes me perdonen la mala leche.

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