lunes, 4 de mayo de 2015

2015

    Me gustan las películas de ciencia ficción, sobre todo cuando narran historias con cierta épica, hay batallas de naves espaciales y robots dicharacheros..."Star Wars", vaya. No me gusta cuando el cineasta de turno, aprovechando las libertades espaciotemporales que proporciona el género, se mete a filosofar sobre el sentido de la vida, para eso ya están las películas francesas, caramba! Aún recuerdo lo poco que entendí de "2001" de Kubrick, precisamente porque era una cría en busca de las emociones fuertes que esta película no proporcionaba, aunque, no crean, que la he visto después de adulta y aparte de los números musicales no he podido sacar mas conclusión que mi propio aburrimiento.



        En estos últimos días en los que me ha dado por reflexionar sobre el inexorable paso del tiempo, me maravilla ver como los grandes títulos de la ciencia ficción se han visto superados por la cronología, empezando por este 2001, año que ya hemos sobrepasado desde hace catorce años sin que vaguemos por el espacio todos en manos y a merced de un ordenador rencoroso.

    1984 también ha sido una fecha superada desde hace ya una buena pila de años sin que nos acerquemos a los horrores pronosticados por George Orwell en su libro, aunque el Gran Hermano se haya convertido en un programa de televisión y gobiernen nuestras vidas muchos grandes hermanos disimulados. Aldous Huxley ambiéntó su "Mundo Feliz" (1932) en el 2049, al que nos vamos acercando peligrosamente en ciertos métodos reproductivos y de selección natural (o antinatural) pero sin llegar al delirio;  y Ray Bradbury publicó "Farenheit 451" en 1953, pronosticando que en torno al 2050 los libros serían un elemento prohibido y pecaminoso, que se quemaba sin mayores contemplaciones y cuyos propietarios iban a la cárcel. El pobre libro tiene en el 2015 una existencia azarosa, para qué negarlo, y la gente lee poco o nada, pero afortunadamente nadie va a la hoguera por poseerlos...Aún nos quedan  35 año de margen para ver si este vaticinio de Bradbury se cumple, que esperemos que no. Isaac Asimov escribió en la década de los cincuenta su conjunto de relatos recogidos en  "Yo, robot" situándolos en algún momento del siglo XXI, que es en el que estamos, y ni siquiera él, con un horizonte tan amplio acertó, porque los robots aún están lejos de comportarse de forma humana o ni siquiera humanoide.

    Y que me dicen de  las series de televisión? Alguien recuerda que una vez hubo una después de comer llamada "1990" (protagonizada por Martin Landau, excelente actor, además) que narraba las vicisitudes de un puñado de supervivientes del planeta tierra en busca de un lugar donde instalarse, en 1990?  Y "Galáctica" y sus batallas contra los Cylones (y sobre todo los capitanes Apolo y Starbuck que nos volvían locas a las chicas) que estaban ambientadas en torno al 2020? Pues nos queda poquito para acercarnos a esa fecha y  la tierra sigue plagada de seres humanos  y aún no nos la hemos cargado del todo, aunque nos empeñamos en ello con cierta destreza; y la gente no se viste de charol, ni se alimenta de pastillas ni se desplaza por las ciudades en pequeños vehículos voladores. Es más, aún existen los pantalones de pana, media humanidad está obesa y se atiborra de grasa mientras la otra media se muere de hambre, y los atascos de tráfico no parecen ser un problema de fácil arreglo. 

    Todo ésto para qué? Pues para dejarles a ustedes (sobre todo a los pesimistas)  relativamente tranquilos sobre el devenir de la tierra y los terrícolas, que hay que reconocer que en todas estas obras literarias y películas no salen especialmente bien parados. Y para quedarme tranquila yo, que quiero seguir disfrutando de la ciencia ficción sin darle vueltas al coco, y no veo el momento de que estrenen el capítulo VII de "Star Wars", con muchas batallas interestelares, muchas naves espaciales y muchos robots charlatanes y monstruitos simpáticos. Les dejo el avance de regalo:


    Y que la fuerza nos acompañe. Y por cierto, por si no lo han notado, le he cambiado el subtítulo al Blog, qué remedio!


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