domingo, 14 de diciembre de 2014

Niño rico, niño pobre

    Tres  historietas seguidas, y después la conclusión, vamos con la primera. Ya saben los que me siguen que hace año y medio estuve en Perú y volví fascinada. Una de las maravillas que me cortó la respiración en aquellos días fue el Lago Titicaca, tan inmenso como que tiene islas por medio. Islas habitadas por indígenas que sobreviven de la pesca y lo que dejan los turistas, y que tienen que desplazarse de una isla a otra para conseguir sus víveres, o para ir a la escuela los niños. Poco después de regresar de mi viaje, vi en la televisión francesa un reportaje sobre estos niños peruanos del lago Titicaca, que se levantan con el alba y se montan en una pequeña barca de remos y, sin saber nadar muchos de ellos, van a la isla vecina a la escuela, remando cerca de una hora, con temperaturas mañaneras muy cercanas a cero y viento del altiplano que te corta la cara. Algo muy gordo tiene que pasar para que estos niños peruanos falten a clase, lo dice con una sonrisa de oreja a oreja la maestra que añade, "aunque mejor sería que aprendieran a nadar"...

    Segunda: es una película, yo la he visto en versión francesa, pero existe en versión española y se llama "Camino a la escuela". Aquí tiene el Trailer, para abrir boca:


    Son cuatro historias reales de otros tantos niños, y las peripecias que atraviesan cada día para poder llegar al colegio. Es especialemnte conmovedor el capítulo de la India, donde un chiquillo de trece años, llamado Samuel, parapléjico, va cada mañana a la escuela en una destartalada silla de ruedas que empujan por religioso turno sus dos hermanos durante más de una hora, a través de lo que literalmente ustedes y yo llamaríamos un camino de cabras.

    Tercera: tengo un  amigo que  sostiene desde hace años, con tesón y generosidad infinita, una cantina escolar en una barriada miserable de Puerto Príncipe, la capital de ese país llamado Haití, del que Dios se olvidó a los cinco minutos de crearlo. Sus amigos le ayudamos como podemos porque el proyecto merece la pena y cada Euro que se pone va a parar allí. Mi amigo se desplaza a Haití una vez al año para vigilar el proyecto y me cuenta las caminatas que se pegan estos chavales para ir al colegio, a veces con la simple recompensa de, al menos, comer una vez al día (cosa que de quedarse en sus casas no siempre está garantizada) y lo que es más, los recorridos largos y en malas condiciones de transporte que hacen los profesores, cuyo salario no llega en muchos casos a 200 dólares al mes, algo que no les resta ni un ápice de motivación y ganas de sacar a estos pobres desheredados a elante.

    Y ahora el escenario del crimen: una ciudad del norte opulento de Europa, donde mañana hay una huelga general, la segunda en ocho días; huelga convocada con toda la razón, que conste. Mis hijos estudian en una escuela internacional donde los profesores no están pagados por este gobierno al que van dirigidas las protestas, los alumnos viven  casi todos a media hora andando (como mucho) de la escuela y en sus casa hay casi siempre un coche y en muchos casos, dos. La escuela está abierta, vale; los profesores no pueden hacer huelga porque les pagan sus gobiernos de origen (muchos y de variados países) vale; no hay cantina escolar pero nada impide al chiquillo acudir a la escuela con un bocadillo e incluso con toda una fiambrera llena de víveres, vale; no hay transporte público ni escolar, pero ya hemos explicado que no hay que atravesar tres autopistas y dos vertederos para llegar al colegio. Resultado: la escuela la semana pasada estaba desierta de niños y me temo que mañana será aún peor.

    Conclusión: estamos criando estirpes de flojos; las consecuencias ya nos la iremos encontrando. Que vean "Camino a la escuela" los que no la hayan visto. Y ya me dirán ustedes. Buenas noches.

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