domingo, 21 de diciembre de 2014

La lotería de la vida

    Tengo una cierta idea de lo que voy a hacer mañana, aunque ya se sabe que el destino es el que tiene la última palabra. La verdad es que mañana tengo un programa apretado que, espero que se cumpla como previsto, aunque los caminos del Señor son impenetrables, eso también se sabe. Hay una serie de cosas que me van a ocurrir mañana, unas buenas y otras no tanto, y sobre todo hay una cosa que sé que no me va a ocurrir, que no sé si es buena, buenísima o simplemente una más de las cosas que a uno le suceden en la vida: mañana no me va a tocar la lotería. Que cómo estoy tan segura? pues porque no he jugado, y no soy parroquiana habitual de esos bares donde todo el mundo juega al mismo número y cuando no juegas te lo guarda el dueño. 

    Que por qué no juego? porque se me olvida que la lotería hay que comprarla, porque si te la regalan (dice el saber popular) no toca. Y se me olvida que hay que comprarla porque en mis planes de vida y en mis proyecciones de futuro entran numerosas variables y entre ellas, nunca he considerado que una fuera una bolsa de millones caída del cielo. Supongo que llevo mi cartesianismo existencial hasta límites muy elevados, pero así es. 

    Tampoco he sido nunca aficionada a los juegos de azar; ni me interesan, ni me motivan, ni pienso que mi suerte me permitirá sacar alguna ganancia limpia de ellos. Nunca me gustó jugar a las cartas y eso que fui universitaria en los años '80 de España donde, o sabías jugar al Mus, o no te comías una rosca en los bares de las facultades. Por supuesto, aprendí a jugar al Mus para comerme las roscas que fueran necesarias, pero cada vez que empezábamos una partida veía siempre extrañas maniobras a mi alrededor destinadas a no ser mi pareja, porque estaba claro que a los que jugábamos sin motivación, se nos notaba.

   Mi aversión por el juego se extendió a los juegos de mesa, que nunca me han entretenido, ni han picado mi curiosidad. He pasado por ese sarampión en los años más infantiles de mis hijos, pero reconozco que antes que montar un bingo en casa u organizar un campeonato de Parchís entre la grey infantil prefiero llevármelos a todos a un parque aunque eso suponga pasar frío o llenarme de barro hasta las cejas. Aún hoy día temo esas cenas a las que te invitan prometiéndote una partida de Pictionary o de cualquiera de sus primos hermanos, incluyendo todos los que se juegan en las pantallas...me supera. Creo que soy la única persona que conozco que no ha jugado nunca al Candy Crush, y les aseguro que en mi página Facebook recibo una invitación casi cada día. 

    En fin, que yo no juego, pero mañana, mientras yo estoy a mis cosas, unos cuantos millones de españoles estarán pendientes del salón de plenos de la Lotería del Estado y de unos niños encantadores que cantan números como un mantra que, miren ustedes por dónde, ese sí me hace gracia escuchar. Espero que la Lotería de Navidad deje un gordo en una peña de obreros en paro, o de emigrantes sin papeles, que reparta premios entre las enfermeras del Carlos III o entre los jubilados que mantienen a familias de ocho personas; que riegue de dinero fresco (y legal) a quienes están a punto de ser desahuciados o a quienes llevan tres años en paro...sólo faltaba que ahora le tocara o Bárcenas!...O a las Koplowicz.

    A mí ya me tocó, no les digo cómo ni de qué manera porque de ciertas cosas muy privadas ni siquiera aquí debo hablar. Me tocó la lotería de la vida, generosamente, y me sigue tocando cada año que pasa y envejezco junto a mi marido y mis amigos y veo a mis hijos crecer sanos y fuertes; cada uno de esos años en los que me quejo de la cantidad de canas que pueblan mi cabellera y de lo que me cuesta quitarme la lorza a golpe de correr kilómetros y kilómetros; en todos y cada uno de esos años en los que puedo pagar mis facturas, no tener demasiados remordimientos ni deudas tremebundas que saldar. No querrán ustedes que, con tanta suerte, además, compre un maldito décimo y encima me toque! Feliz semana navideña para todos.

   

No hay comentarios:

Publicar un comentario