viernes, 17 de octubre de 2014

Blanca y radiante

    Una canción antigua, cursi y ni siquiera bonita para empezar:




   Y todo porque mañana se casa una amiga mía en Bilbao, porque los de Bilbao se casan donde les da la gana (sobre todo si son de allí!) y además lo hace con un casi paisano mío, lo cual es una garantía, porque los de mi tierra, aunque esté feo que yo lo diga, somos personas templadas, de buen conformar, costumbres austeras, verbo mordaz y sobre todo, deseosas de procurar felicidad a nuestros semejantes. Ya ven ustedes, yo no soy de Bilbao, pero si me lo propongo,  casi, casi.

    Parecía que ya se me había pasado la edad  de ir a bodas  y bautizos, aunque no se fien de mis lamentos de vejez, que a estas alturas ya ven que ando casando amigas y es más, visitando bebés, que es todavía más inverosímil! Será que tengo amigos y amigas demasiado jóvenes para mí? me lo haré mirar.  A esta boda no voy a ir porque no estoy invitada, lo cual agradezco profundamente porque me revientan los festejos, y no por ello deja la blanca y radiante novia de ser mi amiga, una persona muy querida porque además es una excelente compañera de trabajo y una bellísima persona; a quien aprendí a querer y conocer hace años cuando nos tocó atravesar la estepa polaca  en un destartalado autobús de la época de Walesa sindicalista; por razones laborales, como siempre, no se piensen que íbamos de peregrinación a ningún santuario mariano. Y a quien he seguido queriendo y estando eternamente agradecida por ponerme de nuevo a correr después de muchos años de tener las zapatillas colgadas.

   No deja de llamarme la atención el fenómeno boda, que para muchos de nosotros se sitúa en el Pleistoceno de nuestras vidas (excepto para aquellos que son aficionados y aficionadas y quieren emular a Liz Taylor) y que apenas le ocurre a alguien cercano nos remueve muchos sentimientos y muchos recuerdos; casi todos buenos me atrevería a decir. Aunque habrá quien me diga que hable por mí...pues sí, recuerdo el día de mi boda como si fuera ayer, y sobre todo, lo mejor es eso: que me parezca que fue ayer!

    No quisiera ser mañana, querida amiga ni tu página Facebook, ni tu Whatsapp ni tu mensajería del teléfono; yo por suerte me casé en una época en la que la gente ausente mandaba flores y telegramas, donde todo el mundo ponía lo mismo. Quisiera darte un abrazo gordo y decirte que te diviertas en ese día, en el que vas a comer de miedo porque para eso estás en Bilbao, y porque la hija de una señora que me ha dado la receta infalible de las patatas a la Riojana no puede casarse comiendo mal. No te voy a decir que seas feliz porque me consta que ya lo eres y que cultivas el arte de la felicidad, que es un don que no le viene dado a cualquiera. Y además, hace unos días, siempre en ese lugar de trabajo en el que oigo cosas tan apasionantes y en el que a veces me trago tales bodrios, a cuento de la lucha contra el islamismo radical,escuché una frase que me gustó y creo que nos sirve a todos: "hay que ser felices y procurar que un alto porcentaje de seres humanos lo sean; las personas felices no matan por muchas armas y posibilidades tengan a mano". Tan certera la frase como cierto el contenido.

   Y tú, mi querida Elvira, a ser feliz siempre, no sólo mañana y dentro de unos meses. Tuya, esta que lo es, tu amiga la bloguera.

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