jueves, 18 de septiembre de 2014

Paro sin parados

    No soy economista ni creo saber mucho de tal ciencia, aunque les aseguro que me aplico con tesón en ampliar mis conocimientos. Tengo a mi alrededor ilustres doctores que me recomiendan lecturas y me mandan artículos de periódicos varios donde hasta el más tonto, si quiere (otra cosa es querer) se puede poner al día. Facebook nos vomita al día mucha morralla, pero hay que reconocer que también sirve para culturizarse, sobre todo si se cartea uno con gente  como mi amigo el Cholista, que además de saberlo todo del Atleti,  también  es un sabio economista y constantemente me remite a miles de cosas que apenas tengo tiempo de leer. 

    En ésto de aprender economía,  juego además con ventaja: tengo un trabajo en el que sólo con escuchar se aprende;  y en los últimos años, todo lo que escucho, resumo y concluyo me ha llevado a una conclusión tremenda: ya no hay parados. Sí, sí, como lo oyen, hay paro, y todo el mundo recita sus cifras, pero no hay parados. Un misterio que ríase usted de la Santísima Trinidad, que me parece más fácil de explicar apelando a la imposibilidad de ser uno y tres personas a la vez. Lo de que ya no hay parados lo he sacado yo de mi cosecha después de tres o cuatro años de cavilaciones, y si me lo consienten, se lo explico. 

    Hace unos días, el ministro de Guindos recibió las felicitaciones de varios de sus colegas europeos pues, dicen ellos, las reformas españolas han demostrado que "son el camino a seguir, y están sentando las bases del crecimiento". Ojo al dato, que diría el otro; España tenía en julio un 25% de paro (entre los menores de 25 años llegamos hasta el 48%) y eso que estaba en plena temporada turística. En un país de 46 millones de habitantes, por simple regla de tres, echen ustedes cuentas de cuánta gente no trabaja...Unos cuantos, vamos. Gente que no tiene ni para empezar el mes y menos para terminarlo, gente que no consume porque no tiene con qué, gente que usa el sistema sanitario hasta donde les dejan y lleva a sus hijos a una escuela pública que apenas se lleva el 4'5% del presupuesto nacional ( Dinamarca el 7'9). Si un tipo que tiene en su país a cinco millones de personas sin trabajar y sin perspectivas de hacerlo recibe tales parabienes, la cosa sólo tiene una explicación: los parados no importan, ya no son una variable económica a tener en cuenta.

    Otro argumento: admiro a Paul Krugman, y creo que es un tipo que dice verdades como puños a pesar de que nadie le hace caso, y a pesar de que le dieron un premio Nóbel en el 2008 justamente por ser el primero en predecir la que se nos venía encima. Hasta él se está cansando ya de dedicar artículos a los parados (que eran el alma de sus escritos hasta no hace mucho) y ahora habla de todo lo que se le pasa por la cabeza, incluído el referéndum escocés. Reconozco que yo también lo hago, pero yo no soy un premio Nóbel, y sólo me leen unos pocos leales, así que tengo menos responsabilidades civiles. Se ha cansado Paul Krugman, o los parados han dejado de existir ante sus académicos ojos?

    Los parados no interesan ya a nadie porque no compran, no se hipotecan y encima tienen el mal gusto de pasar hambre y enfermarse. Se cuentan por millones y ya nadie sabe qué hacer con ellos; en otro tiempo se organizaba una guerra gordísima y caían todos como chinches, este año celebramos los cien años del comienzo de una de ellas, para más señas. Ahora las guerras gordísimas las preparamos a muchos kilómetros de aquí y además se ganan a golpe de servicio secreto, mal negocio para regular la demografía.  Los sabios doctores economistas saben, aunque son reticentes a decirlo en voz alta, que varias generaciones de europeos y americanos ya no van a trabajar nunca, y que serán no una generación perdida, sino varias juntas; y dan por hecho que la cosa no tiene remedio. Si la economía se recupera, será a pesar de todos estos seres humanos que ya no son productivos porque el sístema no puede absorberlos y entonces, para qué preocuparse? Existe el paro pero no nos acordamos de la existencia de los parados y, muerto el perro, se acabó la rabia. Será el ébola el remedio que muchos andan buscando?  Yo por ahora busco alguien que  me preste el libro de Thomas Piketty (el último de los economistas galácticos)  "El capital en el siglo XXI", a ver si sigo aprendiendo. Buenas noches.

No hay comentarios:

Publicar un comentario