lunes, 15 de septiembre de 2014

"Elegido" va a morir

    "Elegido", pelo negro zaíno, 600 kilos, n° 89 de la ganadería de Antonio Bañuelos de Burgos, va a morir mañana; no en la plaza, como debería ser su destino que ya no es ningún regalito, sino campo a través en Tordesillas, acribillado a picotazos varios y esperando que, al menos uno acierte de pleno y tenga una muerte rápida. 

    Como llevo tres años escribiendo, creo que ya me he ganado ciertos privilegios de bloguera y uno de ellos es poder repetir algunos temas en determinados momentos del año. Mañana es el tercer martes de septiembre, día en el que va a morir "Elegido" que ha sido elegido y valga la redundancia para convertirse en el Toro de la Vega, esa pantomima cruel e innecesaria que se repite cada tercer martes de septiembre en esa ciudad que vio nacer las Cortes de Castilla y ahora ve a un pobre toro desangrarse por sus afueras. Para los pormenores de tamaña salvajada les remito a la Wikipedia, para saber lo que servidora opina pueden consultar mi propia hemeroteca: "El día que mataron a Volante" (11 de septiembre del 2012) y "Mañana matarán a Langosto" (16 de septiembre del 2013). Este año, incluso ha habido una pequeña manifestación en Madrid, encabezada por gente que me merece cierto respeto como Rosa Montero o Joaquín Reyes... como quien oye llover. Los naturales del lugar alegan que su fiesta ha sido declarada de interés turístico nacional, y que la legislación se ha modificado y endurecido con multas de hasta tres mil Euros para aquello que no respeten las reglas del juego. No sé si le queda claro a esta gente que la crueldad, no por estar legislada es menos cruel, y no sé si se han enterado que esa fiesta, de tradición milenaria según argumentan, data como tal fiesta de interés turístico desde 1980 y que incluso estuvo prohibida por sanguinaria e injustificada en tiempos de Franco, que ya es el colmo! A veces en nuestro país confundimos lo primitivo con lo antiguo y lo atávico con lo tradicional, no tenemos remedio. 

    Y como siempre que escribo en contra de este pobre toro alanceado, insisto en que yo soy cualquier cosa menos amiga de los animales. Hace años que sostengo un contencioso familiar por mi negativa a tener una mascota en casa, tengo fobia a los bichos de plumas y no soporto los documentales de la selva africana. Continúo: de pequeña me daban miedo los perros, me cuesta una barbaridad darle el pésame a mis amigos cuando se les mueren los  gatos (y lo hago porque yo por mis amigos, como diría la otra "ma-to") y confieso no haber pasado mayor asco en mi vida que una vez que de pequeña me obligaron a ordeñar una vaca. Y ya, si quieren que les haga un completo retrato de mis contradicciones animaleras, le encuentro a las corridas de toros (que no me importaría que se suprimieran) un cierto valor estético. Pero aún víctima de mis contradicciones, me cuesta aceptar la idea de la fiesta como sacrificio ritual de ningún ser vivo, tenga el número de patas que tenga.

    Les cuento todo ésto para que no se piensen ustedes que una es capaz de teñir con un aerosol los abrigos de pieles ni reclamar camiones con aire acondicionado para los cerdos que van al matadero, pero la crueldad humana, que nos es innata vaya usted a saber por qué motivos, es necesaria atajarla. No es lo mismo darle un pisotón  a una hormiga que tirar cabras por la torre de un campanario o descabezar gallos a la carrera a ritmo de pasodoble, la crueldad nunca debe ser el motivo conductor de una fiesta. La fiesta es para celebrar, y los que celebran las muertes,sus rituales, y la sangre que se desprende de ellos,  suelen estar un poco mal de la azotea. Si quieren ejemplos históricos se los doy, pero a poco que pienesen seguro que se les ocurren lo menos tres o cuatro. 

    La campaña de este año se puede firmar por Internet (www.rompeunalanza.com) es un documento redactado muy malamente que quiere llevar la  condena a este tipo de festejos hasta el Parlamento Europeo. Yo ya he firmado, como otras 79.319 personas hasta la fecha, a pesar de lo poco que me gustan los animales y de lo mal escrita que está. Hay causas que merecen tanto la pena como para sobreponerse a ciertas nimiedades sintácticas.

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