martes, 19 de agosto de 2014

España es grande

    España no se si va bien o no (aunque me temo màs bien lo segundo) pero es grande; no sé si es "different", pero es grande y ustedes pensaràn que no hace falta pasarse dieciocho días sin meter una sóla entrada en este blog para acabar pariendo en el día diecinueve una perogrullada como ésta. Ya les avisé el día 1 de este mes que mi acceso a la wifi era restringido porque soy la descendiente inmediata del hombre de Atapuerca, y ya me excusé por mi ausencia comunicadora a pesar de lo mucho que tengo almacenado para contarles, pero...no wifi? No blog. Así de cruel. Y lo peor es que tengo que hacer como que no me importa delante de mis criaturas, a quienes los màs de tres mil kilómetros que llevamos recorridos les importan bastante menos que el no poder ver su Whatsapp cada día. 

    Tengo que exprimir el poco tiempo de conexión que tengo esta tarde y no sé si empezar por mi último encuentro en la tercera fase de una peluquería ("Amparo la cuponera" con ese nombre casi mejor le reservo un blog entero) o mejor por un motín popular que provoqué hace un par de semanas en una frutería de la costa de Huelva por intentar enseñar a unos madrileños por el mundo a respetar el infalible sistema de "quién da la vez", que no lo entienden. No sé si contarles mis observaciones playeras, que son muchas y variopintas, o comentarles las dificultades de comprar un teléfono de teclas para mi venerable progenitora, que se niega a dar el paso adelante del mundo táctil. No sé si detenerme a comentar el trasero de Urdangarín al descubierto o si ya toda España ha emitido su opinión al respecto, porque como no tengo wifi, tampoco puedo consultar la prensa. No sé cómo va el caso Pujol pero si sé que, como dijo Georges Brassens a propósito de los nacionalistas, "todos los imbéciles son de alguna parte".

    Y gracias a ésto último, engancho con el título: España es grande, y variopinta, y eso nos hace imprevisibles e ingobernables. España es grande porque yo llevo una buena kilometrada a mis espaldas, y en cada desplazamiento, en cada nuevo sitio que piso después de las horas de coche,   veo cosas diferentes, gente especial, lugares increíbles y engullo como una boa constrictor, asombrada y maravillada que tanta cosa buena se ponga al alcance de mis sentidos. El año pasado me fui al Perú buscando exotismo y este año recorro España buscando casticismo, y después de tres mil kilómetros y unos mil màs que aún me quedan según mis cálculos, sólo puedo llegar a la conclusión que España es grande, muy grande; tanto, que no encontramos quienes en su grandeza sean capaces de gobernarnos. España es tan grande, que me tengo que meter estas palizas de coche para darle  besos y abrazos a mis seres queridos, para oir una soleà tocada a luz de la luna en honor de mi amigo Joaquín y su cincuentena y de paso ver la Alhambra desde el mirador de San Nicolás. Gracias amigo, sólo por haber tenido que hacer este viaje para acompañarte, me siento muy feliz, y eso no tiene precio. 

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