lunes, 30 de septiembre de 2013

Sobrecogimiento

Sobrecogida estoy después de haber leído de un tirón una novela llamada "La luz difícil", de un autor colombiano  llamdo Tomás González,  desconocido para mí hasta ahora, y de haber leído este libro a la vez que la crónica negra de mi país me bombardeaba día y noche con un suceso que no les cuento porque ya se imaginan ustedes de qué estoy hablando. El libro sí se lo cuento: un padre narra en primera persona sus recuerdos de las veinticuatro horas previas al momento en que su hijo parapléjico va a someterse a una eutanasia por voluntad propia para librarse de los dolores que le producen sus lesiones, y éstos recuerdos se van entremezclando con los de su propia vida a partir del momento en que muere el hijo.   Un drama, me dirán ustedes...pues no, un gran y bellísimo canto a la vida como nunca he leído y como no había visto desde "Mar adentro" de Amenábar; y dos sobrecogimientos juntos para mi espíritu, que ya  son muchos. 

    A medida que leía el libro (que me he ventilado en poco más de 48 horas) el relato de amor paterno que se desprendía de él se entremezclaba con las muchas veces cretinas observaciones de los opinadores a tiempo completo que iba oyendo en la televisión y viendo en la prensa, vicios ambos de los que no consigo curarme. Toda esa basura vertida sobre dos seres humanos, padre y madre que, mientras no se demuestre lo contrario son por ahora inocentes aunque acusados, y sobre todo merecedores  de un juicio justo y de cierto respeto por parte del público que les echa en cara "haberse traído una pobre chinita para acabar matándola"...palabras textuales. Y paso de comentar todo lo que publican los voceros oficiales de Facebook, con peticiones de pena de muerte incluidas y críticas varias sobre "los padres adoptivos que se cansan de sus hijos": esto último, también palabras textuales. 

    Según iba devorando las páginas escritas con las tripas de "La luz difícil" me sentía reconfortada por ese relato del amor a los hijos libre de cursilerías y de frases hechas que nos da su autor, y a la vez admirada por ese padre protagonista,  capaz de aceptar las decisiones de sus hijos criados con amor  y esfuerzo y dispuesto incluso a aceptar que en un momento dado uno de ellos decida acabar con su propia vida. Era el protagonista del libro un padre adoptivo? No lo dice en ninguna parte, y podría ser...o es que los adoptantes tienen que estar hechos de una madera especial a prueba de miserias? Tampoco lo dice en ninguna parte y creanme, de protagonistas  de adopciones yo sé un rato largo. 

    Cierto es que para adoptar a un niño hay que pasar un montón de pruebas y tests que los padres biológicos (que horrible denominación, por cierto) se ahorran, lo cual no garantiza como resultado una casta superior de seres humanos psicológicamente perfectos que serán capaces de hecerle frente sin un solo signo de flaqueza a cuantos vaivenes nos traiga la vida. Les aseguro que conozco muchos padres adoptivos y he visto en ellos todo el gran abanico de la condición humana, incluidos unos que a la vez que adoptaban una niña de color en Colombia votaban a Le Pen en las presidenciales francesas, tal cual se lo cuento.

    Dejemos trabajar a la justicia y quitémonos las gafas de los prejuicios. Los padres adoptivos lo son porque en un momento dado, como los padres de ovario y espermatozoide por la vía clàsica, han querido regalarse a sí mismos la paternidad, no son una ONG, para eso ya existieron Josephine Baker, Mia Farrow y Angelina Jolie. Y la naturaleza es mezquina a veces y maravillosa las más, y de todo hay en la viña del Señor. Y leanse el libro  de Tomás González, publicado por Alfaguara en el 2011, disfruten con su prosa y reflexionen sobre el contenido, que habla de padres y madres en sentido universal, sin etiquetas. Y sin tonterías.

martes, 24 de septiembre de 2013

La suerte de la fea.

    Después de haber provocado un encendido debate por el uso y escarnio de la dichosa Thermomix, me dispongo de nuevo a abordar un tema serio, que seguro que no provoca tamaña discusión y que, de paso, me permite alimentar mi vana ilusión juvenil de haber sido periodista para poder opinar en las columnas de los periódicos de asuntos varios, incluso sin tener ni idea de ellos. 

    No esperarían los amables lectores escaparse de que les suelte mi particular visión de la victoria de Angela Merkel en las elecciones alemanas del pasado domingo, no? Claro, que si se quieren escapar, con no leer de esta línea hacia adelante, asunto concluido. Y si de todas formas  quieren, les diré que tengo sobre este particular dos lecturas: una,  la que puedo hacer como ciudadana europea de la victoria de Angela, la nueva Canciller de Hierro y otra, la que hace Concha, mujer y cuarentona, del éxito y la atracción que provoca esta mujer poco garbosa y mal vestida donde las haya. Vayamos por partes. 

    Como ciudadana,  creyente y practicante de la cosa europea, no se si alegrarme o no la verdad; y lo peor es que ninguno de mis gurús periodistas me saca de dudas. No se si creer que una Angela libre de ataduras electorales será por fin más generosa y dejará de apretar el monedero y  mostrará un poco más de comprensión con las deudas ajenas o si, por el contrario, con la borrachera de éxito se crecerá en sus postulados, y decidirá que Europa es un apéndice de Alemania y que vamos a marcar todos el paso que nos dicte el Bundesbank, sea o no sea de sentido común. Esto sólo lo sabe ella, porque además la veo desconfiada en sus maneras (no olvidemos que creció en la vieja RDA) y me da que estas cosas no se las cuenta ni a su maridito  Pero aún me parece más interesante analizar a ésta mujer que ya va entrando en años (y en carnes) de peluquería básica y vestuario repetitivo, que es capaz de meterse a los electores en el bote sin hacerle mucho caso a los asesores de imagen que son, como se sabe, una casta poderosa dentro de la alta política.

    Angela gana elecciones desde el 2005 sin hacer dieta, sin cambiar el tinte de su pelo y sin otro vestuario que el sempiterno pantalón negro acompañado de unas chaquetas que le confecciona el enemigo en todos los colores del muestrario, adornadas con unos botones modelo chapa de botellín de cerveza. Es sosa y apenas se ríe, jamás la hemos visto bailando en verbenas populares ni cogiendo en brazos a niños de corta edad; su marido es un profesor de química que no aparece apenas en los actos oficiales y no hay hijos propios a quien sacar en la foto. En realidad, toda Alemania viene a ser su prole, porque buena parte de sus votantes perciben que esta señora de la chaqueta coloreada es una juiciosa madre de familia que sabe muy bien cómo administrar la paga de sus niños, el dinero de casa y de paso, sabe cómo echarle una buena bronca a los más dispendiosos de la comunidad de vecinos. Con estos débiles mimbres, Angela ha tejido un cesto que gana elecciones cuantas quiere, riéndose de la mercadotecnia y de tanto elemento superfluo que gobierna las campañas electorales, donde a los candidatos se les tiñen las canas (a veces cambiando el color con respecto a la barba) se les obliga a hacer jogging y se les practica una ortodoncia antes de echarlos al terreno de juego. 

   Y aún más, Angela gana elecciones prometiendo tijeretazos presupuestarios al vecino, austeridad en los gastos, libertad de horarios comerciales, pluriempleo para todos y dejando en casa sin trabajar a un buen montón de mujeres que no tienen cómo ni quién les cuide a sus hijos. Decididamente, Angela será muy hábil, pero también los alemanes están hechos de una pasta especial que no es la del común de los mortales, porque con todas esas promesas de sangre, sudor y lágrimas, encima son felices! A veces me pregunto si serán los supervivientes directos de aquellos cristianos que Nerón echaba a los leones y morían cantando...

    En esto de gustarle al gran público teniendo un punto de partida tan poco favorecedor sólo he conocido un caso parecido y se trata de Camila, la esposa del Príncipe Carlos de Inglaterra, quien con esos dientes y esa cara de cuadrúpedo cautivó al heredero y a la larga consiguió que los súbditos le perdonaran hasta la muerte de la inefable princesa del pueblo, muerte de la cual casi, casi la hicieron culpable. Verdaderamente, como dice muy bien el saber popular: "la suerte de la fea, la guapa la desea". Y para que se entretengan, les dejo una imagen con las chaquetas más vistas en Europa para los próximos cuatro años!


domingo, 22 de septiembre de 2013

...Y yo sin Thermomix!

    Leo en la prensa de esta semana (esa que en la última entrada me he dedicado a poner de vuelta y media) que ese aparato mágico por el que suspira media humanidad (femenina) y que no se compra porque es muy caro (y no es un iPhone) ya tiene competidores varios y más baratos, con lo cual sus días de monopolio en el mercado están acabados. Estoy hablando de la Thermomix, que es ese cacharrro que por lo visto hace unas croquetas buenísimas, aunque no las envuelve, qué lástima; y que hace un gazpacho buenísimo, aunque es el mismo en todos los hogares dotados de Thermomix; y que hace unas patatas rehogadas que acompañan todas las carnes de todas las casas donde me invitan a cenar y hay Thermomix. Aunque bien pensado, puede que después de escribir y publicar esta entrada, en muchas casas dejen de invitarme a cenar...ésto es lo que tiene ser una escritora comprometida! 

         Parece ser que los fabricantes del nuevo robot de cocina hacelotodo son una empresa catalana, Taurus para más señas, que además ya le han ganado un par de pleitos a los fabricantes alemanes de la bendita Thermomix, con lo cual se me ocurre recomendarle a Artur Mas, que si necesita abogados de ahora en adelante, para que le aconsejen en alguno de los embolados jurídicos en los que quiere meterse, contrate a los abogados de Taurus, que se ve que son eficaces, además de catalanes. Ya ven ustedes que es posible en dos párrafos hablar de la Generalitat  y de un robot de cocina; sólo me falta ya meter un chiste de Ana Botella y dar mi opinión sobre Bárcenas, y lo mismo hasta me contratan de tertuliana en alguna televisión de pacotilla.

    Cuento todo ésto porque hace dos días he tenido ocho comensales sentados a mi mesa, y aunque la cocina no me resulta una ciencia extraña e incluso me gusta, me pongo muy nerviosa cuando tengo invitados, porque tengo constantemente la impresión de no acertar; y no tengo Thermomix para que me haga el ajoblanco, el gazpacho, la carne con las famosas patatas o cualquier cosa con salsa de tomate, que es otra de las delicias Thermomix que uno degusta en serie en hogares diversos de países diferentes. Y confieso que hace unos años, serví un salmorejo Alvalle convenientemente trasvasado a unos cuencos monísimos de porcelana y aderezado con su huevo y su jamón y uno de los comensales me dijo "qué bueno! se nota que lo has hecho con la Thermomix". Me dejó tan de piedra que no supe si era mejor callarse o confesar la cruda realidad, y aún a día de hoy me lo sigo preguntando: qué pecado es el mayor, hacerlo en casa con la misma máquina que todo el mundo o comprarlo envasado y darle un toque personal? No se si escribir al Comidista y preguntárselo.

    Y ahora unos datos: en plena crisis, la Thermomix se ha vendido en lo que va de 2013 un 10% más que en años anteriores, lo cual significa unas 123.000 unidades más que el año pasado; estamos hablando de una batidora que cuesta mil euros, la cifras son dignas de tenerse en cuenta. Háganse una idea: 246.000 hogares más donde el gazpacho tendrá el mismo sabor porque se hace siempre con la misma receta y las mismas proporciones...A medida que sigo escribiendo me voy resignando a que mi vida como invitada en ciertas mesas y ciertos hogares se vaya terminando, lo veo venir. 

    Ya saben ustedes que yo soy contraria a toda máquina que venga con libro de instrucciones, y  por eso lo único que me he comprado últimamente es un iPad, que no las necesita. Mi aversión por la Thermomix viene por ahí y saben qué? hace dos días di de comer a ocho personas que salieron encantadas de mi casa porque son excelentes amigos y compañeros de ruta desde hace muchos años, y porque lo pasamos tan bien que creo que hubiera podido repartir unas pizzas congeladas con sus correspondientes cervezas y la cosa hubiera salido igual de estupenda. Para lo de rodearte de buenos amigos y de conversación inteligente no hay instrucciones ni máquinas que valgan; cuando los robots de cocina te den la receta de cómo pasar un buen rato sentado en torno a una mesa (aunque creo que yo ya tengo cierta idea) entonces puede que piense en comprarme uno y resignarme a leer el manual de uso. Mientras tanto, las croquetas de mi casa se siguen haciendo en la sartén, y el gazpacho sale cada día con un sabor diferente. Y mis amigos viene a cenar a mi casa y se van más felices de lo que vinieron, que eso no hay Thermomix que te lo pague! Feliz semana para todos.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Los últimos días de la prensa

    El título de ésta entrada se lo he tomado prestado a Jaime Bayly, un talentoso escritor peruano al que admiro mucho y del que gracias a los buenos oficios de mi amigo madrileño (él es madrileño pero es como Dios, està en todas partes) he conseguido tener un ejemplar dedicado de uno de sus libros. Jaime Bayly hace un retrato descarnado y satírico de la caída y cierre de un periódico limeño llamado "La Prensa" gracias a la torpeza y poco saber periodístico de sus gestores. Y  yo he aprovechado que el Pisuerga pasa por Valladolid, para ver en el humor corrosivo de Jaime Bayly un aperitivo de lo que le puede pasar a la prensa en general y a la de papel en particular, que a fuerza de ser reiterativa, cara, tardía en sus reacciones y pagar mal a sus mejores columnistas que salen pitando rumbo a la prensa digital, acabará cerrando y arrastrando en su ruina a mis amigos los quiosqueros, que tengo unos cuantos y últimamente se dedican a vender pipas y barras de pan. 

    Y como siempre les pongo un ejemplo. Cojan el ejemplar de "El País semanal" (de ahora en adelante EPS) del pasado domingo. Qué nos trae? Un reportaje de varias pàginas sobre Quatar, que según mis cuentas es como el tercero dedicado a los países del Golfo Pérsico en menos de un año. Una entrevista con Luz Casal porque saca nuevo disco donde las preguntas son idénticas a las de la entrevista de hace un año que sacó el anterior disco de recopilación de su carrera, hasta repite la anécdota de las naranjas que le enviaba un admirador cuando estaba enferma. Sigamos: entrevista con Manuel Borja-Villel, director del museo Reina Sofía, calcadita de la que le hicieron hace dos años y medio, después de su nombramiento; enésimo reportqje sobre los nuevos galanes del cine español, que a fuerza de tanto salir en EPS seguirá queriendo despuntar como "nuevos galanes" y serán más viejos que Gary Cooper! Me pregunto si alguien el día de mañana se acordará de las hazañas cinematográficas de Mario Casas, Andrés Velencoso y compañía...a pesar de todo el esfuerzo que pone EPS en ello. Enésimo reportaje también sobre la marca de zapatos "Camper"  y enésimo artículo de psicología sobre las relaciones entre padres e hijos. A medida que iba leyendo este número del domingo me daba la sensación de haberlo leído todo ya, y no una sino varias veces. Añadamos a eso que han despedido a Maruja Torres y que las recetas de cocina no son del Comidista sino de una señora que hace unas cosas rarísimas (ensalada de mango y cangrejo) y francamente, si hubiera tenido una chimenea encendida a mano, la revista del domingo hubiera sido rápidamente pasto de las llamas.

    Y pensar que desde hace casi treinta años, la revista dominical del País era mi ilusión del fin de semana!... Y que a mis veinte años me la costeaba yo porque mi familia era fiel al ABC; que fue lo único que me mantenía conectada a España en mis primeros años de exilio cuando la prensa digital ni nos imaginàbamos que un día podría existir; que me levantaba muchos domingos antes de las doce (después de una noche de juerga) para llegar al quiosco de mi barrio de ciudad nórdica antes de que cerraran; que mi marido y yo llegamos a almacenar en la bodega de una de nuestras primeras casas como seis años de ejemplares y que sus recetas fueron testigo de muchas de mis primeras cabriolas en la cocina...todo ésto para acabar pareciéndose a una hoja parroquial donde siempre salen los mismos diciendo las mismas cosas. 

   Y ya puestos a lamentarnos de la decadencia de la prensa, no dejemos atrás al "Hola", que pasó de contarnos la vida glamurosa de Carolina de Mónaco y el hondo penar de Farah Diba a sacar a los moradores de "Ambiciones" cada semana. Y ahora, admitido el error de retratar a los de Ubrique a doble pàgina, quieren recuperar lectores a golpe de exclusivas millonarias que, en la era digital y del amigo traidorzuelo que te retrata con su móvil, ya no tienen razón de ser. Por no hablar de sus entrevistas, que son dignas todas de un concurso de Miss Venezuela. Nunca le pedimos al "Hola" ser revolucionario, pero es que ahora, los dos Euros que cuesta me parecen hasta caros!

    A mí me dijeron en mis años de estudio que la prensa era considerada como el cuarto poder, cosa que creo que ya no es sostenible, porque el cuarto poder no vive entre letras de imprenta, ni siquiera entre las letras de una pantalla, sino en paraísos fiscales donde los muy ricos y poderosos guardan sus millones a buen recaudo de las haciendas de turno. Si la prensa ya no tiene poder, no se vende, es aburrida y decadente, y la poseen los mismos que nos escamotean los millones y las verdades con ellos, qué nos queda? los blogueros. Y a lo mejor algún que otro electrón libre en la Red. Piensen seriamente en lo que les digo. Y el  domingo que viene a comprar otra vez EPS...es una enfermedad incurable. 

lunes, 16 de septiembre de 2013

Y mañana matarán a Langosto...

    Así es: mañana, en pueblo castellano llamado Tordesillas, lugar ilustre para los que estudiamos historia y nos sentimos castellanos viejos, van a matar a un toro, de nombre " Langosto" , 546 kilos  y proveniente de una de las muchas ganaderías que pueblan ese pequeño paraíso que es la dehesa de Salamanca. El año pasado, por estas mismas fechas, los mismos desalmados del mismo ilustre pueblo mataron a "Volante", no en una plaza de toros, peleando de igual a igual (o casi) con un torero, sino por un procedimiento que dicen ellos, "forma parte de nuestro acervo cultural" y que consiste en perseguir al toro por la ciudad, scarlo a campo abierto y, una vez allí, acribillarlo a puyazos provenientes de unos señores que van a caballo con la oportuna puya y que no corren ningún peligro, dicho sea de paso, màs que caerse del caballo si no son buenos jinetes. Una delicia. 

    Ya escribí el año pasado una entrada al respecto ("El día que mataron a Volante" 11 de septiembre de 2012) que pueden leer este año porque, cambiando el nombre del toro, viene a ser màs de lo mismo; aunque el alcalde de Tordesillas ha querido tranquilizar a la opinión pública alborotada explicando que este año las reglas serán más estrictas, a saber: "las lanzas tienen que estar homologadas y tener todas la misma longitud, y no se podrà pinchar al toro cuando éste esté en movimiento, porque no puede defenderse"; merece la pena aclarar que toro sólo hay uno y lanceros unos cuantos cientos...ya ven, una pelea equilibrada! Y por cierto, me gustaría que alguien me explicase  qué razón se puede esgrimir para calificar a los actos sanguinarios y crueles como "acervo cultural". En el caso que nos ocupa, ni siquiera se merecen ser catalogados como tradición milenaria, pues el dichoso "Toro de la Vega" (que así se llama el bochornoso espectàculo) celebra este año sus primeros cien años de existencia, al igual que el acero inoxidable o la cremallera, que también se inventaron en 1913 y nos parecen modernísimos.

    Que nadie vea en estas líneas a la defensora de los animales que no soy. Hace unos días se murió el gato de una amiga mía, al mismo tiempo que el gato de otra anduvo perdido un par de días en paradero desconocido; confieso que me costó Dios y ayuda enviarles a ambas unas palabras de ànimo vía Facebook como sí hicieron muchas personas; y lo hice porque para mí la tristeza de una  amiga es sagrada, se le pierda el gato o una aguja de coser. Pero por supuesto estoy en contra de la crueldad gratuita contra los seres vivos (aunque me conmueva bastante màs la crueldad contra los humanos, y no digamos si son niños) y no entiendo por qué en mi país se disfruta arrojando cabras  desde los campanarios o descabezando pollos a ritmo de pasodoble y sangría, como si el derrame de sangre y los navajazos ayudaran a mejorar el color y el sabor de la fiesta. 

    Mañana a estas horas, habràn terminado con la vida de "Langosto" unos señores de Tordesillas y aledaños que este año, para alivio del toro, van todos con una lanza homologada y de la misma longitud. Pues yo les envío a ellos los mismos deseos que hace días les enviaba Arturo Pérez Reverte vía Twitter: "les deseo a los lanceros de Tordesillas un buén pitón incrustado en el ojete". Y no se hable más. 

jueves, 12 de septiembre de 2013

Saber Latín

    Mi hijo queire estudiar latín y no puede porque en su colegio es materia optativa, y todos los que el año pasado estudiaban latín, este año han decidido estudiar economía, y el latín se quedó sin clientes; el signo de los tiempos, supongo, y una pena, me parece a mí.  Ya se que suena muy antiguo lo del latín y quizás aún más antiguo lo de lamentarse por ello, pero francamente me apena que mis hijos se pierdan no el saber usar las declinaciones, sino sobre todo el acceso a la cultura Clásica, que me parece un tesoro inestimable y bastante más útil de lo que se piensa, y claro,  ésto que acabo de decir también es una frase antigua. Lo de que el latín ayuda a pensar, a estructurar las ideas y nos descubre de dónde venimos y de dónde vienen las palabras que usamos son afirmaciones viejunas, qué le vamos a hacer, pero no por ello menos ciertas.

   En nuestro Castellano de toda la vida, de alguien listo y espabilado se dice que "sabe latín". Si la cosa sigue por estos derroteros habrá que cambiar la frase y decir que sabe economía, aún teniendo en cuenta que visto lo visto, saber economía no garantiza la mejora de la condición humana, sino más bien todo lo contrario. me gustaría pensar que dentro de veinte años no se volveran a dar los desmanes financieros que sufrimos ahora porque al mando del cotarro está una generación que estudió economía desde los catorce años, pero mi naturaleza escéptica y descreída me hace pensar que no será así. Y sin embargo, de lo que sí estoy segura es que dentro de esos mismos veinte años, si alguien dice en público "tu, quoque Brute, fili mi?" nadie entenderá por qué; y que Pompeya, si no ha desaparecido, para entonces será un parque temático lleno de pantallas de vídeo, y en el Coliseo de Roma se darán conciertos de Rock, y el Teatro de Merida servirá para retransmitir en directo la final de la "La Voz". La verdad, no sé si quiero vivir para contarlo.

    Yo sí estudie latín, y reconozco que lo hice con desgana porque la profesora era un poco necia y porque si ya no me gustan mucho las lenguas vivas, me resultaba especialmente duro estudiar una lengua muerta. Pero mira por dónde, a medida que fueron pasando los años di gracias una y mil veces a los planes de estudio decimonónicos, porque saber latín me sacó de más de un atolladero académico, de mucha ignorancia turística y sí, creo que mi cabeza adquirió cierto orden mental que para ciertas tareas como hacer una tesis o estudiar una oposición, me vinieron muy bien. Agradezco a mis latines adolescentes la posibilidad de leer las inscripciones en las iglesias o la de haber aprendido más tarde italiano y portugués en dos patadas lo cual, a la postre, me ha permitido ganarme la vida honradamente. No sé si todos estos niños que estudian economía desde que tienen catorce años, tendrán el día de mañana la posibilidad de ser todos consultores financieros...francamente, lo dudo.

    Y en estas cosas estaba yo pensando, a la vez que disfrutaba con la lectura de un librito de apenas ochenta páginas, escrito en el año 64 antes de Cristo por Quinto Tulio Ciceron, que era el hermano menor de Marco Tulio Ciceron, el que todos (o al menos algunos) conocemos. El libro se llama "Breviario de campaña electoral" y en él el autor le da a su hermano mayor una serie de consejos para que su campaña para ser elegido Cónsul tenga éxito. Parece ser que éste fue uno de los libros de cabecera del difunto Giulio Andreotti, que ganó unas cuantas elecciones en su vida y, entre otros métodos quizás siguiendo consejos como éste  :
   ..."si logramos que los que nos quieren bien ponagan su máximo celo en ayudarnos(...) si planteamos a nuestros adversarios la perspectiva de un proceso, si infundimos temor en sus intermediarios y frenamos de algún modo a los que ofrecen dinero en su nombre, se puede conseguir que no haya sobornos o que éstos no sirvan para nada"...

    O perlas como la que sigue:
..."aquello de lo que no seas capaz, niégate amablemente a hacerlo o no te niegues. Lo primero es propio de un hombre bueno, pero lo segundo de un buen candidato (...) convéncete que es necesario exagerar aquellas cualidades que no posees por naturaleza, de tal manera que parezca que actúas con espontaneidad"...

    Y la última, que me ha dejado de piedra porque ya ven ustedes que los famosos "Escraches" ya existían en la Antigua Roma:
..."Así pues es preferible que de vez en cuando unos pocos se enfaden contigo en el Foro, a que lo hagan todos a la vez y en tu casa"...

   Sí, sí, el latín será una cosa muy antigua, pero hay veces que en esa tradición Clásica griega y latina  que nuestros herederos no conocerán ni estudiarán, hay cosas de una modernidad apabullante. Buenas noches.


martes, 10 de septiembre de 2013

Lástima

    Lástima, según el diccionario tiene varios significados, de los cuales me quedo con dos: "compasión" y "cualquier cosa que causa disgusto aunque sea ligero". Yo añadiría de mi cosecha que la lástima es un sentimiento que evoluciona con los años y que, al envejecer, es más frecuente y en muchos casos inexplicable. Me pongo de ejemplo a mí misma, como siempre: en este momento, siento verdadera lástima por Ana Botella, lo cual es irracional, inexplicable y revelador de cierta senilidad sentimental que poco a poco se va instalando en mi corazoncito. 

    Pues sí, señoras y señores, siento lástima por esta señora que en menos de un día se ha convertido en "trending topic" que es como se dice ahora estar en boca de todos (en realidad es estar en las pantallas de todos) quiero creer que muy a su pesar; y precisamente por eso, porque creo que es muy a su pesar, he decidido que siento lástima por ella, cuando en condiciones normales y hace unos años me hubiera importado un rábano lo que le pasara, y puede que hasta me hubiera alegrado; y cuando entre la señora Botella y yo median uno o incluso varios abismos...véase la prueba de la irracionalidad de la lástima como sentimiento. Si es una persona medianamente interesada por lo que se publica en la prensa y en las redes sociales (y teniendo el cargo que tiene no le queda otra) debe de estar con palpitaciones desde el domingo, puede que no vuelva a tomarse un café con leche en su vida y habrá quedado fatal delante de sus nietos: no olvidemos que esta señora es abuela y si hay algo en este mundo que fastidia a las abuelas es perder caché ante los nietos, sé de lo que hablo.

    No sé a qué se está dedicando la señora alcaldesa en estos días pero sí tengo una idea de lo que yo hubiera hecho en su lugar: para empezar buscarse un nuevo peluquero! Con esa melena descolocada no se puede leer un discurso en condiciones. Llegamos al discurso: despedir al inútil que se lo escribió; porque aunque los miembros del COI no son el jurado del premio Nobel, aquella sarta de sandeces eran un insulto para la inteligencia humana. Tercera medida de choque: despedir a su profesor de inglés si lo tiene. Ya sabemos todos que los idiomas son la asignatura pendiente de casi todos los españoles, y me consta que esta señora no sabe inglés porque el día anterior le hicieron una pregunta en una rueda de prensa, no quiso usar la traducción simultánea y salió por los cerros de Ubeda. Pero lo que si me ha quedado claro es que el discurso se lo aprendió de memoria, fonéticamente, lo cual es muy complicado; ahí es donde su profesor de inglés, o el que se lo ensayó con ella hubieran tenido que explicarle que al oirla hablar, uno tenía la impresión de oir a un viejo cassette de los que se usaban hace años para estudiar idiomas por correspondencia. Una vez despedidos estos tres inútiles, quizás no hubiera estado de más que la señora saliera a la palestra y diera la cara en vez de salir huyendo como el capitán del Costa Concordia en el avión de las autoridades. En eso de dar, la cara y reirse de una misma aún puede aprender algunas lecciones de su colega Esperanza Aguirre, que estará encantada de dárselas.

    Ya ves ustedes que les he dado argumentos varios para explicarles la lástima que me produce la señora Botella; para explicar lo que nos ha pasado como país no tengo tantas razones, pero sí para lo que nos ha pasado desde el sábado: se llama no saber perder y ya ni sé cuántas veces he dicho en estas líneas que deberían enseñarlo como materia obligatoria en los colegios, pero nada...

domingo, 8 de septiembre de 2013

Tambores de guerra

    Suenan tambores de guerra en un lugar lejano del no tan lejano Oriente porque  el polvorín de turno es conocido en términos geográficos como Oriente Medio. Nuestros pobres jubilados desinformados gracias a los noticieros de Intereconomía han creído todos que Obama estaba en San Petersburgo esta semana discutiendo los términos del ataque y con Mariano como invitado especial (les aseguro que así han retrasmitido la noticia, búsquenla en las videotecas de la Red) pero los que nos preocupamos por informarnos de verdad sabemos que allí andaban jugando al Monopoly (así debería llamarse el G20) y que mientras tanto a mi pobre Obama se le multiplican las canas porque por primera vez en cinco años va a tener que tomar la determinación de mandar los chicos a la pelea, que finalmente es "la" decisión que corroe y preocupa a los presidentes de turno en USA, porque las demás las toman en Wall Street por ellos.

    A cada uno sus guerrras y sus batallas particulares. No todas se ganan, como hace un rato acaban de   comprobar los aspirantes a ciudad olímpica que, claro está, como son españoles (un país donde nadie pierde nunca o cae muerto antes de admitirlo)  se ven víctimas de una conjura sino judeomasónica, al menos proveniente del Imperio Otomano, o en su defecto del del Sol Naciente. Al menos el dinero que se iba a colar por los agujeros de las inversiones deportivas tiene una oportunidad de ir a parar a la sanidad o la educación,por ejemplo...me pregunto si a alguien se le habrá ocurrido.

    No se crean, guerras las hay también un poco más banales y menos cruentas, como la que libra esta servidora contra los vecinos de mi calle que sacan la basura a cualquier hora del día y nos dejan las aceras como un estercolero; o contra los motoristas que circulan por las aceras (sí, sí por las aceras) o contra los adolescentes que fuman dentro de las paradas de autobuses, por ponerles unos ejemplos cualesquiera. Y más recientemente, tengo en mi haber alguna que otra escaramuza contra los dueños de las papelerías, que venden cuadernos con portadas fluorescentes de plástico (aunque el cuaderno siempre será una mercancía perecedera) a precios millonarios y obligan a los sufridores en casa y padres para más señas, a dejarse medio sueldo de septiembre en papel a cuadros...y con suerte los que
 pueden! Si yo fuera ministro de educación impondría un modelo único, oficial y homologado de cuaderno escolar, cual formulario de declaración de hacienda, tampoco debe ser tan descabellada la idea.

    Pero ésto de los cuadernos no deja de ser una batalla puntual, reciente y típica de estos tiempos de la vendimia, luego se pasa. Así que aquí tienen la declaración habitual en tiempo de guerra: a día de hoy, cautivo y desarmado el ejército de la pereza veraniega,  han alcanzado las tropas escolares sus últimos objetivos en la compra de materiales:  el curso ha comenzado. Feliz domingo. 

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Listas de éxitos

    Creo que nunca les he hablado de  mi admiración por el blog de Mikel López-Iturriaga en "El País"  : "El comidista", que estoy segura que muchos de ustedes conocen. Cuando yo comencé a escribir mi blog, dos años atrás, él fue una de mis fuentes de inspiración; no sólo porque hable de comida y porque la gula es mi pecado capital favorito, sino por cómo lo hace, y por cómo se las arregla para que la cosa culinaria le sirva de excusa para hablar de todo un poco, y encima no decir tonterías, entretener al personal y ser muy agudo en sus comentarios. Y no hablemos de las recetas, que son buenas, bonitas y baratas, y salen todas! Algo que hasta entonces sólo me ocurría con Simone Ortega y sus famosas 1080,  cuyo único defecto es que están pensadas para familias de seis hijos y dos tatas que cocinan...

    Volvamos al Comidista. La semana pasada estuvo sembrado hablando de lo inútil que es hacer listas de buenos propósitos, en ésta y en cualquier otra época del año:Malos propositos que te haran feliz en septiembre, en www.blogspot.elpais.com/el-comidista. Leanlo porque no tiene desperdicio, y no me digan que no se encuentran retratados en lo que dice...yo muchísimo. Pero aparte de los buenos propósitos culinarios, que en septiembre se resumen precisamente en no tenerlos, lo que me ha hecho reflexionar al leer a López-Iturriaga es la manía que tenemos muchos de hacer listas de cosas, ya sean propósitos, asuntos pendientes o nombres para un perro que no nos compraremos nunca. Manía que, como todas, se agudiza con los años, y tiene ciertos picos de actividad coincidentes con la vuelta al trabajo después del verano y con el Año Nuevo.

    Yo hago listas de todo, lo he hecho toda la vida: de las cosas que tengo que hacer hoy, las de mañana, las de la semana que viene; de los sitios que me quedan por visitar, de las ciudades y países que conozco, de mis amigos a los que veo poco, de mis amigos a los que veo mucho, de mucha gente a la que me gustaría dejar de ver; de las veces que he cruzado el Atlántico, de cuántos litros de gazpacho soy capaz de beberme al cabo del año; de la ropa que no me pongo, de los kilómetros que corro por mes o por año; de la compra (ésta, inexorablemente la hago y luego la olvido en casa...) de los deberes de los niños y si me descuido de los deberes míos, que si no los tengo me  los invento.

    Lo de hacer lista puede ser enfermizo, pero también una suerte de terapia: cuando me aburro y no tengo un libro a mano (pocas veces ambas cosas al mismo tiempo) hago listas de las películas de Katherine Hepburn, o de los estados de USA, o de los nombres de los personajes de las novelas de García Márquez, o de las canciones del verano de mis años mozos, o de los nombres rarísimos que encuentro a veces en las esquelas, todo vale. Reconozco la parte de neurosis que esta práctica lleva aparejada, y me gustaría que fuera simplemente un pasatiempo, y no un agobio de papeles que a veces me persiguen en forma de Post-it amarillos y me hacen pensar que no he hecho nada en todo el día, cuando no es verdad. Por cierto, sabían ustedes que ese pegamento que tienen los Post-it que pega y se despega es una de las sustancias más contaminantes que existen en el planeta Tierra? Eso también lo aprendí leyendo una lista!

    Debería hacerle más caso al Comidista, no sólo cuando le copio la receta de las Patatas a la Riojana o la de la mermelada de pimiento, sino sobre todo cuando dice: "no te estreses y deja que otros lo hagan por tí"...Ya me gustaría, ya!

domingo, 1 de septiembre de 2013

Miedo escénico

    El miedo escénico existe, que lo se yo, y no porque lo diga Jorge Valdano, que se inventó el término, sino porque yo lo experimento de vez en cuando. Y yo soy una persona muy empírica, sólo me creo que existe lo que me pasa o me ha sucedido, que no es una forma de egocentrismo, sino el principio fundador de la ciencia moderna, según los sabios del Siglo de las Luces. Así que quedamos en que el miedo escénico existe, y no sólo para los que saltan al terreno de juego en el Bernabeu (que decía Valdano) sino para los que pisamos la calle para ganarnos la vida; existe el miedo previo a ciertas escenas, por temor a revivirlas; y el miedo a ciertos lugares, porque no nos traen buenos recuerdos; y el miedo a ciertos lugares comunes, porque se repiten cada año y ya sabemos lo que traen detrás. 

    Quieren un ejemplo? En la Europa Nórdica que habito comienza mañana el curso escolar, con todo lo que ello conlleva, y éste sí que es un lugar común...al que le tengo cierto miedo escénico. A partir de mañana vuelven los atascos en el tráfico, las ventas por doquier de lápices y cuadernos, las colas en el supermercado y probablemente la lluvia, porque desde que yo frecuento estas tierras raro es el año que hemos vuelto al colegio bajo un sol de justicia. 

    A partir de mañana se acabó lo de ver la televisión a todas horas, levantarse a la hora de la comida, pasarse medio día en pijama y olvidar hasta la clave para acceder al correo electrónico. Y aunque muchos ya hemos vuelto a nuestro puesto de trabajo, no es lo mismo abandonar una casa en silencio donde todos duermen, para ir a echar unas horas a la oficina, que llegar a esa misma oficina después de batallar durante dos horas con varios imponderables se llamen desayunos, jerseys que no se encuentran, carteras olvidadas y metro o autobús urbano hasta la gorra de gente.

    Cuando comience a sonar el despertador a las 6'45, ese que apagué hace casi dos meses, se habrá acabado el recreo permanente que significa el verano y me asaltarán desde todas las esquinas de mi casa las ecuaciones de segundo grado, el sistema métrico decimal y los elementos de la tabla periódica, con los que libraré una batalla sin cuartel hasta dentro de nueve meses. El cesto de la ropa sucia se llenará de calcetines desparejados, perderemos varios chubasqueros y guantes, la wifi de casa se saturará porque todos la queremos usar al mismo tiempo, los fines de semana sólo tendrán dos días, y esos mismos días se irán achicando hasta obligarnos a encender la maldita luz artificial a las seis de la tarde. Y así hasta julio...

    Dice Rosa Montero en El País de hoy que volver es un sútil mezcla de excitación y agobio. Yo no se lo que les pasa por la cabeza a los tres escolares de mi casa en estos momentos, pero yo, que soy la única que no vuelvo al cole, estoy nerviosa y agobiada, confusa y preocupada, resignada y excitada y sobre todo, tengo un terrible miedo escénico porque como ya se lo que me aguarda, y además, no hay cristiano que lo remedie, pues a aguantarse tocan. Como no puedo contárselo a ellos porque no quiero agobiarlos, pues se lo cuento a ustedes que, para esos son mis sufridos lectores. 

    Ya, ya se que todo ésto no es ni más ni menos que la inenarrable suerte de estar viva y con salud para contarlo. Será que me lo he pasado demasiado bien durante mis vacaciones? Será que soy una insatisfecha recalcitrante y no merezco vivir para contarlo? O será simplemente que la amenaza del despertador que cortará mis sueño me está quitando el ídem desde ya mismo? Sea lo que sea, feliz regreso a las aulas para todos los escolares, estén del lado que estén de la mesa, y feliz domingo para todos ustedes.